El episodio histórico que nos atañe en el presente artículo, a pesar de haber sido efímero, resulta de crucial importancia en el devenir de la historia mundial y más concretamente en las posteriores revoluciones de carácter proletario que se sucedieron un siglo después tanto en Rusia como en China. La Comuna de París duró 72 días comprendidos entre el 18 de marzo de 1871 hasta el 28 de mayo del mismo año, fruto de un vacío de poder en la Francia de la época debido a la severa derrota de esta en la denominada guerra franco-prusiana (1870-1871). Hippolyte Prosper Olivier Lissagaray pero más conocido como Lissagaray, fue un periodista francés republicano y socialista, miembro de la Comuna y autor de Histoire de la Commune de 1871, obra en donde relata con sumo detalle los hechos acaecidos durante esta breve experiencia revolucionaria. Lissagaray escribiría en dicha obra, desde una perspectiva de alabanza al levantamiento, lo siguiente:
El que ha respirado tu vida, que es fiebre para los otros, el que ha palpitado en tus bulevares y llorado en tus suburbios, el que ha cantado en las auroras de tus revoluciones y algunas semanas después ha lavado de pólvora sus manos detrás de las barricadas; el que puede oír bajo tus piedras la voz de los mártires de la idea y saludar tus calles con una fecha humana; aquel para quien cada una de tus arterias es un nervio, aún no te hace justicia, gran París de la rebelión.
Para recalcar la repercusión que tuvo en su momento la implantación de la Comuna en París, el mismo autor llegaría a decir:
La atracción del París rebelde fue tan poderosa que hubo quien vino desde América para contemplar este espectáculo desconocido en la historia: la mayor ciudad del continente europeo en manos de los proletarios.
Comencemos desde el principio. Tras la revolución francesa de 1789 -considerada como hito con el que se da por finalizada la edad moderna e inicia la edad contemporánea, en la cual aún nos hallamos- Francia había experimentado hasta siete regímenes políticos distintos en apenas ochenta años: tres monarquías constitucionales, dos repúblicas y dos imperios. Desde 1852, y bajo el gobierno de Napoleón III -último monarca de los franceses-, hasta 1870 estuvo vigente el Segundo Imperio francés, el cual se caracterizó por una política exterior activa y beligerante para contrarrestar el notorio poderío del Imperio Británico y el emergente Reino de Prusia, futuro germen de la unificación alemana de finales del siglo XIX. De esta etapa podemos destacar tres grandes iniciativas en lo que respecta a la política exterior del país: La Guerra de Crimea, el proyecto de Protectorado en Ecuador y la intervención de la Guerra de México. Únicamente saldrían con éxito en la primera de las contiendas.
Mientras Napoleón III trataba de expandir su influencia en territorios de ultramar, al este de sus fronteras comenzaba a resaltar un estado de habla germana por encima de los demás, bajo el reinado de Guillermo I y el gobierno de su primer ministro, Otto Von Bismarck: Prusia. La anexión de los estados norteños como Schleswig-Holstein, Hannover, Hesse-Kassel, Nassau, y la ciudad de Fráncfort comenzaba a preocupar en Versalles. Esta tensión creciente tuvo su culmen entre los años 1868 y 1870, en los que Von Bismarck trató de añadir los estados sureños germanos -Baviera, Wurtemberg y Baden- a base de estratagemas políticas de un agudo ingenio. Bismarck buscaba generar un sentimiento patriótico germano ante un enemigo exterior, en este caso Francia, para poder unir bajo un mismo dominio todos los estados alemanes, dispersos desde la derrota en las Guerras Napoleónicas acaecidas setenta años atrás. Según el historiados alemán Josef Becker:
El requisito decisivo de que una guerra contra Francia se convirtiera en una guerra nacional de unificación de Alemania, era que pareciera que la ofensiva no llegara de Prusia.
El conflicto daría comienzo el 19 de julio de 1870, con una declaración formal de guerra por parte de Francia a Prusia. En poco más de un mes se produce la Batalla de Sedán -librada los días 1 y 2 de septiembre- en el que el ejército francés y el propio emperador Napoleón III caen presos de las fuerzas prusianas, dando así por finalizado el Segundo Imperio francés, aunque el conflicto no se daría por finalizado ya que la lucha seguiría bajo un nuevo gobierno republicano que se alzaría con el poder una vez se tuvo en conocimiento la captura del emperador, conformando así un Comité de Defensa Nacional. Desde el 19 de septiembre de 1870 hasta el 28 de enero de 1871, París estuvo sitiada por las tropas prusianas, provocando el armisticio tras cinco meses de un durísimo asedio -en contra de la opinión de la población parisina, dispuesta a seguir con la resistencia ante el enemigo extranjero-.
La derrota francesa provocó, tal y como pretendía Bismarck, la unificación alemana, con la consecuente coronación en la Galería de los Espejos de Guillermo I como emperador. Las tropas prusianas desfilaron por las calles de París el 1 de marzo de 1871, quedando las avenidas de la capital vacías. El mismo día el ejército prusiano abandonó París. Durante el asedio de la ciudad, la Guardia Nacional -cuerpo creado durante la Revolución Francesa- fue el motor de resistencia de la capital ante el avance de los prusianos. Por aquel tiempo este grupo de milicias armadas contaba con más de 200.000 efectivos en París, sintiéndose todos ellos traicionados por el gobierno provisional de Louis-Adolphe Thiers al firmar un tratado de paz tan deshonroso. Esto conformó un caldo de cultivo ideal para que estos grupos armados comenzarán a radicalizarse en sus postulados políticos.
Thiers y el gobierno provisional eran conscientes del descontento generalizado entre la población parisina. Y así, como primer paso, al alba del 18 de marzo Thiers ordenó a sus tropas tomar los cañones -se calculan en torno a unos cuatrocientos- almacenados en los altos de Montmartre, Belleville y en el parque des Buttes-Chaumont. En Belleville y en Montmartre. Los residentes, avisados a toque de campana, se precipitaron para interponerse, mujeres a la cabeza. Esto provoca la fraternización de los soldados con la Guardia Nacional y la población. En Montmartre, cuando su general, Claude Martin Lecomte, les ordena disparar a una muchedumbre desarmada, le acaban apeando de su caballo. A continuación y el mismo día, Lecomte es fusilado en el mismo barrio junto con el General Clément Thomas, un antiguo comandante de la Guardia Nacional. Con estos sucesos el 18 de marzo se considera oficialmente el inicio del gobierno de la Comuna, siendo el Comité Central de la guardia nacional el órgano encargado de la gobernanza de París, y convocando elecciones para el día 26 de marzo.
Durante las siguientes semanas se produce en París un tipo de organización social única hasta la fecha, considerado como el primer gobierno de la clase obrera en el mundo, el cual se basaba en un socialismo autogestionario. Hay que recalcar que las medidas que se trataron de implantar no fueron muchas ni tampoco tuvieron un calado profundo, ya que las fuerzas leales al régimen republicano liderado por Thiers no tardaron en sitiar la ciudad, tal y como relata Karl Marx en su obra La Guerra Civil en Francia (1871):
Como los miembros de la Comuna eran todos, casi sin excepción, obreros o representantes reconocidos de los obreros, sus acuerdos se distinguían por un carácter marcadamente proletario. Una parte de sus decretos eran reformas que la burguesía republicana no se había atrevido a implantar sólo por vil cobardía y que echaban los cimientos indispensables para la libre acción de la clase obrera, como, por ejemplo, la implantación del principio de que, con respecto al Estado, la religión es un asunto de incumbencia puramente privada; otros iban encaminados a salvaguardar directamente los intereses de la clase obrera, y, en parte, abrían profundas brechas en el viejo orden social. Sin embargo, en una ciudad sitiada lo más que se podía alcanzar era un comienzo de desarrollo de todas estas medidas. Desde los primeros días de mayo, la lucha contra los ejércitos levantados por el Gobierno de Versalles, cada vez más nutridos, absorbió todas las energías.
Entre las reformas implantadas durante este periodo revolucionario podemos destacar la remisión de las rentas, que habían sido aumentadas considerablemente por caseros, hasta que se terminase el asedio; la abolición del trabajo nocturno en las cientos de panaderías de París; la abolición de la guillotina; la concesión de pensiones para las viudas de los miembros de la Guardia Nacional muertos en servicio, así también como para sus hijos; la devolución gratuita de todas las herramientas de los trabajadores, se pospusieron las obligaciones de deudas y se abolieron los intereses en las deudas etcétera.
Con las tropas republicanas sitiando la ciudad desde principios de abril, asaltaron la ciudad el día 21 de mayo de 1871 dando así comienzo a la denominada Semana Sangrienta, que daría fin el 28 del mismo mes. el historiador británico Robert Tombs en su libro The War against Paris llegaría a afirmar lo siguiente:
Fue una carnicería sin parangón en la Europa del fin del siglo XIX.
El asalto se realizó barrio por barrio, calle por calle, dejando tras de sí una hilera de heridos y muertos que se contaban por miles, además de las ejecuciones sumarias realizadas entre los prisioneros. Se trataba de dar un escarmiento a la población parisina por su rebelión ante el gobierno provisional de Thiers. Resulta importante destacar el papel de las mujeres durante la defensa de la ciudad y la recién instaurada Comuna, siendo parte activa en los distintos encuentros con las tropas regulares. Entre estas mujeres podemos destacar la figura de Louise Michel, anarquista y poeta francesa que acabaría convirtiéndose en todo un icono del anarquismo y de la propia Comuna de París. La terminarían condenando a diez años de destierro, después de haber declarado en el juicio sentencias como la siguiente:
No me quiero defender. Pertenezco por entero a la revolución social. Declaro aceptar la responsabilidad de mis actos.(...)Ya que, según parece, todo corazón que lucha por la libertad sólo tiene derecho a un poco de plomo, exijo mi parte. Si me dejáis vivir, no cesaré de clamar venganza y de denunciar, en venganza de mis hermanos, a los asesinos de esta Comisión.
Durante esta trágica semana, en la que se puede llegar a contabilizar entre unas 20.000 y 50.000 muertes, se desarrolló entre distintos grupos revolucionarios actos de destrucción de patrimonio histórico y artístico de la capital francesa. Entre los edificios afectados podemos destacar el Palacio de las Tullerías, el Palacio Real y la Biblioteca imperial del Louvre.
Finalmente, el día 28 de mayo de 1871 se da por concluida la Comuna de París, tras setenta y dos días de experimento revolucionario que causaría una profunda conmoción en el resto del mundo, siendo un tema tratado por numerosos intelectuales durante las décadas posteriores hasta la actualidad. Aunque existen discrepancias sobre lo siguiente, se cuenta que la construcción de la icónica basílica del Sacré-Cœur de París fue erigida en el lugar donde comenzó la insurrección de la Comuna, y en la época se mencionaba que fue erigida para "expiar los crímenes de los comuneros". Unos comuneros que hicieron historia.
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