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Sobre la sociedad tribal

Foto del escritor: Fernando MosteiroFernando Mosteiro

Actualizado: 7 mar 2022


Tribalismo Sociología Política Fernando Mosteiro Opinion
"Terrenal", de Juan Genovés

¡Qué mar de dudas se derrama ante nuestra vista! La complejidad de la sociedad moderna resulta inexcusable, fruto de infinidad de transformaciones a lo largo de la historia, desembocando en la heterogénea amalgama que habitamos hoy en día. Como decía Cervantes hace más de cuatrocientos años :"me moriré de viejo y no acabaré de comprender al animal bípedo que llaman hombre, cada individuo es una variedad de su especie".


Trataré de ser conciso y no irme por las ramas, a no ser que esto último sea radicalmente necesario. Creo que todos mis contemporáneos pueden afirmar, con mayor o menor conocimiento de causa, que viven en un mundo globalizado. El desarrollo capitalista durante los últimos doscientos años ha resultado insólito, nunca visto. El avance en telecomunicaciones, en logística directa e inversa, como en la minimización del tiempo del transporte tanto de mercancías como de información y capitales ha contribuido al surgimiento de esta sociedad global.


Ahora bien, desde una perspectiva dialéctica hegeliana podemos anticipar que ante una realidad formada por contrapuestos que se encuentran en continuo conflicto, y del cual surgen inevitablemente nuevos conceptos que, en contacto con la realidad, entran en contraposición siempre con algo ya existente; esta sociedad abierta genera sus propios virus o antídotos, el calificativo varía dependiendo a quién se le pregunte. Ante una disgregación a gran escala de la fronteras -en comparación con otros periodos históricos-, el surgimiento de una infinidad de posibilidades potenciales para el individuo moderno, que en la gran mayoría de los casos no resultan materialmente posibles, provoca irremediablemente un escenario de atomización del sujeto. Bauman o Byung-Chul Han son ejemplos notables de pensadores que abordaron y abordan a día de hoy esta coyuntura, sin embargo no es lo que quiero tratar en el presente artículo. Al menos no de forma directa.

Bauman Opinion Tribu Fernando Mosteiro
Bauman afirma que lo “líquido” es una metáfora regente de la época moderna, ya que esta sufren continuos e irrecuperables cambios

La identidad en un mundo sin fronteras resulta ser una de las grandes cuestiones de nuestro presente. El proceso de tribalización de nuestra sociedad es lógico, dada las circunstancias de indefensión y soledad que el ser humano moderno padece por el contexto que habita, pero también demuestra que grandes consensos sociales y conceptos fundacionales de nuestra forma de organización se encuentran en sus horas bajas. Es el caso de la religio y de la civitas, términos indispensables para entendernos. La voz latina religio, origen de nuestra palabra religión, que su etimología difiere del significado que acabó predominando con el tiempo, resulta pilar en cualquier organización social. La religio es lo que religa a individuos diferentes, es aquello que liga o ata, que crea nudos y ligazones incluso entre culturas distintas dentro de un mismo estado. En la Antigua Roma la religio era una noción política y cultural que consistía en ceremonias y creencias compartidas por todos los ciudadanos de Roma, separada de lo esotérico, a lo que denominaban superstitio.


Por otro lado, y complementario a lo expuesto en el anterior párrafo, encontramos que el otro nexo de unión es la civitas, que transforma el nomos característico de las polis griegas en un concepto más sofisticado. Cito en este caso a Rafael García Sánchez que en su estudio titulado NOMOS Y IUS COMO FUNDAMENTO DE LA POLIS GRIEGA Y LA CIVITAS ROMANA, recoge lo siguiente:


"La polis griega tiene por principio rector el nomos (espacial, filosófico y genético), en tanto la civitas romana tiene por principio el ius. El ius es el soporte real de la ciudad y de la ciudadanía romana. En efecto, hace falta un soporte material, pero la característica determinante de la ciudad es de índole jurídica, siendo así que es el derecho el que otorga la ciudadanía no el territorio ni las creencias religiosas ni el linaje."


Es aquí donde la religio y la civitas conforman la homogeneidad de los distintos sujetos de una sociedad respecto a sus derechos y deberes para con el prójimo y el resto de la comunidad, sin caer en la trampa de borrar del tablero social y cultural cualquier tipo de heterogeneidad natural del género humano. A esto refiere Marco Tulio Cicerón en los libros I y VI de Sobre la Republica:


Pero cuando los pueblos conservan su derecho, niegan que pueda haber algo mejor, más liberal y más feliz, ya que son entonces señores de las leyes, de los juicios, de la guerra y de la paz, de los tratados con otros pueblos, de la vida de todo ciudadano y del dinero.


(…) pero pueblo no es todo conjunto de hombres reunido de cualquier manera, sino el conjunto de la multitud asociada por un mismo derecho, que sirve a todos por igual. Nada hay de lo que se hace en la tierra, que tenga mayor favor cerca de aquel dios sumo que gobierna el mundo entero que las agrupaciones de hombres unidos por el vínculo del derecho, que son las llamadas ciudades.

Cicerón Opinión Fernando Mosteiro Civitas
Busto de Cicerón ubicado en los museos capitolinos de Roma

¿Se encuentran estos pilares fundamentales que acabamos de exponer en crisis? Bien, podemos ejemplificar en nuestras democracias occidentales la religio en ceremonias profanas, pero que sin embargo siguen conteniendo una fuerte carga de ritualidad, como el hecho de depositar un voto en una urna cada varios años, el traspaso de poderes de una forma pacífica -algo poco habitual si observamos la historia humana en retrospectiva- etc. La civitas contemporánea difiere menos a su homólogo clásico ya que sigue fundamentándose en la igualdad jurídica, de derechos, deberes y libertades, que posee un individuo por el mero hecho de considerarse ciudadano. Ahora bien, respondiendo a la pregunta que da inicio a este párrafo; si, si creo que ambos términos se encuentran en plena crisis. Pensadores como Renaud Camus -conocido por la teoría conspirativa "El gran reemplazo". Si el lector/a no conoce de que se trata esta teoría le animo a que realice una breve búsqueda en Google para salir de dudas.- afirman que habría que romper los tratados internacionales de asilo debido, en gran medida, a las crisis de refugiados de los últimos años. Otro ejemplo claro es el lazo religante roto hace pocos años entre el Reino Unido y la Unión Europea, donde uno de los grandes eslóganes de aquella campaña era el siguiente: "no somos lo mismo, ni podemos serlo."


Podría seguir con más ejemplos actuales de esta ruptura, como la transgresión de la civitas en Cataluña, en la que desde hace unos años estamos asistiendo a un intento legítimo de dar voz a un sentimiento y pretensión política por parte de la población de aquel territorio pero sin salvaguardar el ius como derecho objetivo, es decir, respetando el conjunto de normas que constituyen el ordenamiento jurídico actual. Y todo, en gran medida, por una deseada cortina de humo sobre los escándalos de corrupción de un partido de la derecha catalana como Convergència i Unió que cambió su nombre a PDeCAT en un intento de lavado de cara que no le salió tan mal al fin y al cabo, por burdo que fuera.


Así, y como consecuencia lógica de la crisis de nuestra religio y civitas, el individuo atomizado vuelve sus pasos hacia la tribu, la cual le impone una serie de tabúes, formas de actuación u omisión como peaje para poder pertenecer al "nosotros" tribal. Como el sujeto nacionalista que enarbola la bandera de su país y admira hasta la saciedad la cultura e historia de la que se considera heredero mientras, e aquí el dato clave, menosprecia el acervo cultural ajeno o foráneo, llegando los individuos más dementes a considerarse superiores respecto al otro. Esta característica también se puede observar en numerosos movimientos sociales, como el feminismo mainstream o el BlackLivesMatter, en el que a raíz de una premisa más que justa y coherente, como es la igualdad efectiva de derechos y oportunidades entre personas de distinto sexo o etnia, generan su propio canon estético de tabúes y reglas no escritas que ningún individuo puede transgredir si no quiere ser condenado al ostracismo o, como se dice en pleno siglo XXI, "cancelado".


Llegados a este punto he de hacer una aclaración. Que critique la cerrazón y la corrección política imperante no significa que profese una actitud equidistante con el individuo misógino o racista, ni mucho menos, porque negar su existencia es negar la misma realidad. Pero resulta importante indicar que el mero hecho de generar una "inquisición política" de cómo, cuando y quién debería hablar de ciertos temas, además de reaccionario y puritano -véase la biografía de Juan Calvino y su teología llevada a la práctica en el cantón suizo de Ginebra en el siglo XVI-, ayuda a promover la autorreferencialidad de los sujetos que conforman ese grupo o minoría. Es esta, a mi juicio, la gran jaula de grillos en la que se encuentran numerosos colectivos. Es la continua autorreferencialidad la que impone, de manera sutil y tácita, que una mujer solo pueda hablar o escribir sobre ser mujer, o una persona trans sobre cómo es vivir siendo trans-género, o un negro sobre problemas de su colectivo. Esto provoca irremediablemente una visión condescendiente sobre los propios sujetos que conforman dichas tribus, que se limitan a realizar sus contribuciones en una pequeña parcela de la realidad. Llegados a este punto, me gustaría citar a la escritora y filósofa Elisabeth Duval que, en una entrevista en el periódico El Diario sobre la publicación de su libro Después de los trans, se refiere al problema de la autorreferencialidad de la siguiente manera:


P - "Para existir como sujetos con voz dentro de la sociedad de libre mercado y del marco de las democracias liberales, las personas trans deben constantemente estar hablando de sí mismas y de su condición de ser trans, produciendo discurso sobre aquello que articula su identidad". Concibe esta autorreferencialidad como una paradoja a la que usted misma se enfrenta al producir discurso en estos términos. Después de publicar un libro sobre lo trans, ¿cuáles son las posibilidades de trascender este lugar de enunciación?


R - Creo que es muy complicado. Recuerdo, por ejemplo, una entrevista para un medio catalán en relación a Excepción, que además es un libro que trata sobre las revueltas después del procés en Cataluña, y que ese medio titulara con “el género no se abolirá”. Otra de las motivaciones para escribir Después de trans también era poder dejar de hablar sobre lo trans: que me dejaran tranquila. Ha llegado en buen momento, pero yo no podía preverlo, no tenía información privilegiada de que la Ley Trans iba a empezar su trámite. Intentar salirse del microgueto es a veces contraproducente para quien lo hace, porque el espacio reservado para ti es ese. Es decir, aunque te indigne, es mucho más fácil, por ejemplo, si eres mujer y escritora, aceptar actos en el 8M o si eres LGTBI alrededor del Orgullo, porque es cuando te dan un poco de espacio y, claro está, de dinero. Mi aspiración es poder decir no sabe, no contesta, dentro de seis meses.


Clara Giménez Lorenzo - 1 de marzo de 2021

Elisabeth Duval Trans Opinion Fernando Mosteiro
Elisabeth Duval, autora de "Después de lo trans"

Queriendo enfilar el final y con ello las conclusiones del artículo, quisiera ahondar en la importancia de saberse conocedor y plenamente consciente de las decisiones u omisiones que un individuo puede tomar a lo largo de vida. Dado que somos seres gregarios y necesitamos de otros para vivir, resulta crucial saber elegir con sabiduría a qué grupos queremos unirnos y el porqué de esta decisión, además de salvaguardar siempre una perpetua duda sobre si hemos tomado la opción correcta, a modo de crítica continua que cohesione y mejore las condiciones del grupo. El fin de todo esto es escapar de las garras de la soledad y la miseria que el sujeto puede padecer, a lo que el sociólogo y psicólogo Erich Fromm denominó en su libro El arte de amar "separatidad":


La vivencia de la separatidad provoca angustia; es, por cierto, la fuente de toda angustia. Estar separado significa estar aislado, sin posibilidad alguna para utilizar mis poderes humanos. De ahí que estar separado signifique estar desvalido, ser incapaz de aferrar el mundo -las cosas y las personas- activamente; significa que el mundo puede invadirme sin que yo pueda reaccionar. Así, pues, la separatidad es la fuente de una intensa angustia. Por otra parte, produce vergüenza y un sentimiento de culpa.


Esta separatidad de la que Fromm habla se encuentra anestesiada en el mundo actual por el auge de las redes sociales y el gran avance en telecomunicaciones. La sensación de pertenencia a un grupo ya no depende, siquiera, de tener contacto físico con el mismo. Ahora se puede definir cualquiera como quiera en su perfil de Twitter o Instagram y mostrarse como quiere ser visto, comenzando en ese momento una de las grandes pantomimas de nuestro siglo XXI. Y las que seguirán solo el futuro nos las desvelará.






 
 
 

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