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La España de Ana Iris Simón

Actualizado: 19 feb 2022


Ana Iris Simón Feria Fernando Mosteiro

Llegados hasta este punto, y mostrando de nuevo mi característica tardanza en lo que respecta a tratar temas de actualidad, creo que todo hijo e hija de vecino ha leído o escuchado hablar sobre Feria, el estreno literario de Ana Iris Simón. Si aún no has podido hincarle el diente, ya sea porque no para de agotarse en todas las librerías del país o por desconocimiento de su existencia, te encarezco a que no cejes en tu empeño por la primera de las premisas y, respecto a la segunda, aguardo que el presente artículo no haga más que lanzarte a la lectura de esta joya ¿Autorreferencialista, neocostumbrista? Aún no lo tengo del todo claro, pero estoy convencido que su lectura - hábito sano por excelencia - podrá provocar todo tipo de sentimientos y emociones al lector, excepto el de haber perdido el tiempo.


El pistoletazo de salida del libro es representado por un capítulo más que sugerente titulado: Me da envidia la vida que tenían mis padres a mi edad. Reto a cualquier compañero o compañera de trinchera generacional que se pare un momento y piense para sus adentros si alguna vez ha manifestado esta idea a algún conocido, o si ha llegado a rumiarla en su mente durante semanas, meses, incluso años a partir de la experiencia vital que da inicio en el fin de la adolescencia y por la cual, como si de un páramo manchego se tratara, nos vemos arrojados a un mundo sin metas a largo plazo, donde la incertidumbre vertebra la realidad que habitamos, donde la ausencia de relieve -uno de los rasgos definitorios de La Mancha para Ana Iris- no nos permite vislumbrar ni siquiera montañas imaginarias a las que aferrarnos existencialmente.

Ana Iris Simón Feria Fernando Mosteiro
Ana Iris Simón (Campo de Criptana, 1991)

Y es que hay mucho de Don Alonso Quijano y de La Mancha en Feria. Para la autora, la Mancha está atravesada por tres realidades incuestionables: la total ausencia de relieve, el Quijote y el viento. Resulta difícil de refutar estas características para cualquiera que haya transitado en algún momento de su vida por, en palabras de la propia Ana Iris, aquella "tierra naranja de donde venimos (...) ese manto de esparto que no acaba nunca", lugar donde la comunión de la tierra con el cielo se nos presenta cual epifanía.


Pero prosigamos en lo que hoy nos atañe. Parece de Perogrullo señalar que la joven escritora manchega ha tocado alguna tecla mágica para que gran parte de la sociedad española se encuentre o maravillada por la frescura y claridad de su prosa y su intencionado trasfondo político -de claro corte izquierdista- y, por el otro, catalogada como autora reaccionaria y filofascista, nostálgica de un pasado marcado por la tradición y de una España singular y alejada de las influencias que nos llegaban desde Europa. Esa España que tan bien define observando una foto de una caseta de la feria en la que protagonizan la imagen un gitano y un guardia civil.


Escarbando en la narrativa del texto, encontramos una crítica vehemente al, en palabras de la propia autora en diferentes entrevistas, modelo antropológico liberal predominante en nuestro presente, y no puedo estar más de acuerdo con esto último. Para mí la lectura de Feria fue un abrir de ojos. Aunque no los tuviera totalmente cerrados, me conformaba con que pudiera entrar un pequeño haz de luz entre las comisuras de mis párpados. Si, yo también me había creído la fábula de "saca una carrera y encontrarás un buen trabajo" o "siempre puedes emigrar al extranjero y conocer a gente interesante, culturas nuevas, retos apasionantes. ¡Ver mundo, vamos!" . Qué idiota me siento a día de hoy, era claro conocedor del imperativo social bajo el que vivieron tantos mis padres como mis abuelos pero no llegué a atisbar, hasta hace poco tiempo, ni un ápice del imperativo que nos rige a nosotros. Ese que se basa en el desapego familiar y de la tierra que te vio nacer, en la proliferación de la generación de vínculos sentimentales inestables y con claro afán consumista, la precariedad material que nos vertebra y la cual no nos permite ni siquiera poseer una hectárea de terreno, ¡qué decir de un hogar! Imperativo que nos lleva a colmar nuestros instintos de cuidado y cría con mascotas en vez de con niños.

The New Yorker Feria Fernando Mosteiro
Portada de The New Yorker de Diciembre de 2020. Claro reflejo del modelo antropológico liberal que se trata en el artículo.

Relata Ana Iris Simón en su libro una conversación con su abuelo Gregorio, feriante igual que su abuela y con los que pateó España de norte a sur en su niñez con un puesto itinerante, en la que su abuelo le llega a confesar su preocupación de que su forma de vida; su realidad, está a punto desaparecer, ya que cada vez menos familias con sus hijos se acercan al descampado donde se montan las ferias porque, en palabras del abuelo Gregorio: "a medida que la vida se va convirtiendo en una feria - la de las vanidades -, la auténtica feria deja de tener sentido."


El fin de este mundo choca de forma directa con el inicio de otro radicalmente distinto. La España europea, la España del progreso y las oportunidades, adscrita a las lógicas del capital y del nuevo mundo surgido tras la caída del telón de acero. A la escritora manchega le gusta definirla como La España Movistar, aquel lugar donde ella no se encuentra, no se realiza ni logra desarrollar sus instintos de comunión con lo divino. En palabras de la propia Ana Iris:


Yo que había decidido vivir en un parque temático, yo que había creído que trabajar de lo mío desde los veintipocos aunque fuera por mil euros era un triunfo, yo que había pensado que tener hijos joven era de pobres porque mis padres lo eran. (…) Igual me da envidia la vida que tenían mis padres con mi edad porque a veces, sin casa y sin hijos (…) como consecuencia de no tener horizonte mucho más que incertidumbre, daría mi minúsculo reino, mi estantería del Ikea y mi móvil, por una definición concisa, concreta y realista de eso que llamaban, de eso que llaman progreso.

Feria Ana Iris Simón Fernando Mosteiro
Actualmente, Feria lleva nueve ediciones en poco más de 8 meses desde su publicación

Aún lo hablaba hace pocos días con un buen amigo mío. Nos confesamos uno a otro que no nos sentimos partícipes de la idea de éxito imperante en nuestra sociedad, idea construida a través de un discurso de superación personal, triunfo económico y laboral, y la consecución de todas las metas individuales que socialmente gozan de valor y reconocimiento. Nos parecía antinatural al menos para nuestras propias vivencias personales. Llegamos a la conclusión de que no queríamos emigrar a Londres o Berlín para ganarnos la vida, ni tampoco trabajar en una gran multinacional como CEO, trabajando más horas que las que tiene el día con luz solar, para acabar ascendiendo en una jerarquía empresarial inacabable a la vez que, de forma claramente inversa, nuestros ánimos y felicidad se fueran consumiendo poco a poco en un gran pozo de desesperanza. No, para nada queremos eso, ¡ahora nos damos cuenta! Mejor tarde que nunca como reza el dicho. Conocer que nuestra vida se guía por inquietudes mucho más sencillas y mundanas. El gozo de saberse en el sitio idóneo - Galicia en nuestro caso particular - rodeados de amigos y familiares a los que en tan alta estima tenemos, nutrirnos de estas relaciones y habitar nuestro presente con clara consciencia del mismo. El apego a la tierra y sus historia en las que nos vemos reflejados y de las que bebemos como manantial de agua cristalina, el deseo imperioso de vivir con tranquilidad, lejos de los ambientes masificados y atomizados de las grandes urbes, aunque esto seguramente vaya en detrimento de nuestra capacidad económica. Qué más da, si cuando uno mismo es conocedor de su finitud, con el ligero o grave trauma que esto puede llegar a provocar, toda realidad que uno experimenta se vuelve del revés. Todo acaba cayendo por los suelos excepto lo que se agarra como gato panza arriba, lo que teje vínculos y raíces profundas en el individuo y este con su comunidad. Si tratamos de ser honestos con la verdad, ¡lo más revolucionario en nuestra realidad y para nuestra generación es formar una familia!

Feria Ana Iris Simón Fernando Mosteiro
Foto incluida en Feria y colgada en Twitter por Ana Iris con el siguiente texto: "La patria chica. El corral de la abuela María y el abuelo Vicente con la ropa de mis primos pequeños secándose al sol. La vida es esto y poco más."

Feria puede ser leída de múltiples maneras, como ya he comentado anteriormente, y por ello ha generado la controversia que todos conocemos. Este libro no es un manual de cómo enfrentarse al nuevo imperativo social bajo el que vivimos, y gracias a Dios o a quién sea de esto último porque si no acabaría cogiendo polvo en la sección de coaching y mindfullness de numerosas librerías a lo largo y ancho del país. No, Feria es una bella oda a la tradición y a un mundo que fue pero que ya no es, mundo al cual Ana Iris interpela directamente con una belleza y autenticidad únicas, colocando minuciosamente la lupa en los grandes nichos que deja sin ocupar la sociedad líquida e inmediata que, para nuestro bien o para nuestro mal, habitamos.


Un texto mágico para tiempos profanos, donde la exposición de tabúes no hace más que acunarnos a los lectores más ávidos cual Nanas de la cebolla.

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